sábado, 18 de diciembre de 2010

A Páez




Hace un tiempo ya. Hace un tiempo que sabía que volvería a verte.
No recuerdo el momento en que comencé a escucharte, pero cuando te escuché me llegaste hasta las pleuras.

No tengo la menor idea como contar esto, lo más probable es que lo cuente muy mal, porque creo que lo que siento cuando te escucho es totalmente indescriptible.  Pensé muchas veces en convertirme en groupie para conquistarte y acostarme con vos, pero después, pensándolo bien,  me di  cuenta que quizá no te ame o que ni siquiera me gustes, y que quizá si te conozco ni siquiera me intereses, porque no tengo la menor idea si siento algo por vos, pero si te puedo decir que sos el tipo más  lindo que vi en mi vida.
No podes hacer una  canción tan punzante como La Despedida. No podes. No podes ser tan hijo de puta de hacer una canción que refleje exactamente lo que sentía cuando “se acabó lo mejor”.
Lástima que apareciste en  el momento equivocado. Y pensar que vos no sabes que yo se que estuviste en la Cumbre viendo Tokio Sonata, sentado en la misma sala con mi ex, y yo, esperando a mi amor en ese barcito irlandés tomando cerveza. Lástima. Yo no tenía que estar con Ale, y vos, me tendrías que haber mirado distinto. Vos te hubieras sentado conmigo a tomar una cerveza artesanal, y contarme que hacías por Córdoba, harías hincapié en el frio que hacia ese día de Julio, y en lo mucho que te gustaría que nos vayamos a otro lugar. Yo no sé que te hubiera contestado,  pero definitivamente no tendría que haber bajado la cabeza cuando entraste por la puerta como una estúpida fan que se siente menor porque entra su adorado. (Te adoro?)

Pensé en tocar  tus temas en el piano para así llegar a vos y demostrarte lo mucho que me llegas.  Pensé en contarte que cumplo el 8 de agosto, el mismo día que Cecilia. Pensé tantas cosas. Todas inútiles y/o trilladas y/o perversas.

Me da mucha vergüenza contar todo  esto, me siento una pendeja de 16, pero igual lo quiero contar, así me ego se arruina y empiezo a tener un poco de humildad.

Ja! Y pensar que el jueves que tocaste en la fiesta de la empresa pensé que era otra de las tantas señales del destino que indicaría que sería el gran día.

Ingenuas, si las hay: Yo.